Ciertamente, hasta el momento, el desarrollo del embrión humano no se conoce bien ya que deben transcurrir unas 3 semanas para que se detecten por medios ultrasónicos en el útero materno.
Por Jaime Millás Mur. 06 noviembre, 2023. Publicado en ExaudiLos científicos deberían considerar cuidadosamente si los modelos de embriones basados en células madre humanas son esenciales para su trabajo debido a los desafíos prácticos y éticos asociados”. Este comentario, que aparece en un reciente artículo de Nature, refleja la importancia de toda vida humana desde la concepción.
Ciertamente, hasta el momento, el desarrollo del embrión humano no se conoce bien ya que deben transcurrir unas 3 semanas para que se detecten por medios ultrasónicos en el útero materno. Además, no está permitido por la normativa de gran número de países investigar en embriones humanos en etapas posteriores a los 14 días, incluso en los que han sido donados con esa finalidad.
Las células madre están siendo para los investigadores una forma de resolver el problema, ya que pueden originarse con ellas estructuras similares a los embriones. Algunos equipos de investigación han logrado crear modelos embrionarios integrados que están formados tanto por tejidos embrionarios como extraembrionarios, como el saco vitelino. El desarrollo de estos modelos transcurre entre los días 7 y 14 en que el embrión comienza a formar las capas diferenciadas.
Los científicos piensan que estos modelos podrían ayudar a conocer lo que lleva a la pérdida de un embarazo en un estadio temprano; esto sería de mucha utilidad, pues aproximadamente el 60% de embarazos humanos se truncan dentro de los primeros 14 días. Sin embargo, muchos investigadores expresan su inquietud porque no queda claro en qué momento estas estructuras se podrían considerar auténticos embriones humanos, es decir seres humanos. De ahí la necesidad de actuar con precaución.
En el artículo mencionado se hace “un llamado a los investigadores para que definan cuidadosamente las cuestiones científicas que desean abordar y consideren el modelo de embrión más apropiado para su propósito. En muchos casos, modelos de embriones humanos «no integrados» menos controvertidos, que imitan sólo ciertos aspectos del desarrollo, pueden abordar igualmente bien cuestiones de investigación apremiantes”.
Se llaman modelos “integrados” a aquellos que están conformados por tejidos embrionarios y extraembrionarios por lo que pueden constituirse en algo muy similar a un embrión humano. En cambio, los modelos “no integrados” son los que no poseen algunos tejidos requeridos para la formación del embrión.
En cuanto a los modelos integrados, se contemplan dos tipos. El primer tipo es el que copia la primera fase del desarrollo en la que el cigoto se divide en numerosas células llamadas epiblastos, que dan origen a la masa embrionaria, rodeadas de una capa que formará la placenta, hasta originar los llamados blastoides. Estos blastoides se suelen producir en gran cantidad y usarse para el mejoramiento de la fertilización in vitro. Estos modelos no van más allá de la etapa correspondiente a la implantación.
El segundo tipo corresponde al modelo integrado que reproduce las etapas posteriores a la implantación en que aparecerán las diferentes capas embrionarias y los tejidos que formarán el amnios, la placenta y el saco vitelino, necesarios para culminar un embarazo.
Hay que hacer notar que los protocolos actuales son ineficientes, que los científicos utilizan diferentes tipos de células madre y las condiciones para su cultivo son también distintas, por lo que no admiten comparaciones. Al mismo tiempo, los tipos celulares y las estructuras de los tejidos de los modelos integrados post-implantación están desorganizados.
El motivo que se aduce para la producción de modelos integrados post-implantación es el conocimiento de lo que sucede en el período posterior a la gastrulación: desarrollo de la placenta, la formación del corazón o del tejido del tubo neural, que dará lugar al cerebro y la columna vertebral. Para ello sería necesario extender el desarrollo de estos modelos una o dos semanas. Pero el cultivo de modelos embrionarios humanos integrados durante largo tiempo plantea serios problemas éticos y legales. ¿Cómo deberían tratarse estos modelos embrionarios? ¿Cómo auténticos embriones humanos? Además, los investigadores deberían formularse algunos cuestionamientos como: ¿Hago este modelo por razones científicas sólidas? ¿No podría utilizar una alternativa diferente?
Lo que se plantea es la utilización de modelos no integrados que comportan menos inconvenientes éticos y en los que se puede observar algunos aspectos del desarrollo, también la formación de órganos. Estos modelos no son portadores de los tipos celulares requeridos para que se desarrolle un feto humano, sin embargo, permiten un mejor estudio porque contienen tipos celulares definidos y una organización regular. Desde luego, hay que remarcar que los modelos no integrados no son auténticas copias de un embrión, pero con ellos se pueden conocer diversos procesos como el desarrollo de la placenta o la forma como el epiblasto se transforma en diferentes capas de tejido y también la formación de espermatozoides y óvulos.
Hasta aquí el planteamiento de algunos investigadores. Ciertamente son muchas las cuestiones que se pueden estudiar fabricando modelos de embriones humanos a partir de células madre, tanto con modelos integrados como no integrados. Sin embargo, se comprende la preocupación del comentario publicado en Nature ya que son muchos los inconvenientes éticos. En primer lugar, si partimos de células madre embrionarias, extraídas de un embrión humano, éste no podrá continuar su desarrollo, por lo que estamos acabando con la vida de un ser humano.
En lo que se refiere a modelos no integrados habría que ver su proceso de fabricación para poder determinar si es concorde con la ética ya que no sería justificable producir un embrión humano que, por no haber permitido que posea los tejidos necesarios para su implantación esté incapacitado de continuar su desarrollo. En cuanto a los modelos integrados, concordamos con el artículo citado en que no hay justificación para su uso, ya que será difícil distinguirlos de un auténtico embrión.
Recientemente la Agencia de Biomedicina (ABM) francesa ha declarado en un dictamen adoptado por su Consejo político que “se acepta que, según el estado actual de los conocimientos”, “tras la mejora de los protocolos [los embrioides] podrían adquirir la capacidad de formar un feto, o incluso un recién nacido”. “Podemos suponer que, en vista de los rápidos avances científicos observados en este campo, los embrioides animales habrán adquirido en un futuro próximo propiedades que ya no permitirán distinguirlos de los embriones concebidos naturalmente”.
El hecho de que estos modelos embrionarios no provengan de la fertilización de un óvulo por un espermatozoide no debe llevar a la conclusión de que no podamos estar ante un auténtico embrión humano. Por tanto, mi recomendación es tratarlos como tales y buscar alternativas para adquirir un mayor conocimiento del desarrollo embrionario, por ejemplo, con modelos animales.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.